Imágenes que Aprenden: La técnica Imaginarium entre pedagogía visual, andragogía y heutagogía

En la educación superior actual, marcada por la transformación tecnológica y cultural, surge el desafío de migrar desde prácticas pasivas hacia estrategias innovadoras, visuales y centradas en el aprendiz adulto. La proliferación de imágenes en la comunicación cotidiana exige repensar la enseñanza: hoy en día las ilustraciones deberían considerarse un componente básico del material didáctico, pero en las aulas todavía “sólo se atiende al texto; omitiendo el hecho del aumento en la cantidad de íconos que reciben los estudiantes diariamente, lo cual exige nuevas formas de alfabetización”. Esto obliga a elevar la preparación docente y modificar los modelos tradicionales, incorporando pedagogías visuales que motiven la construcción activa del conocimiento. En particular, las propuestas de pedagogía de la imagen (Grecia Guillén, 2020) y la técnica didáctica Imaginarium (Luis Lastra), concebidas en entornos de educación superior, ofrecen vías para promover aprendizaje significativo mediado por imágenes. Integradas con un enfoque andragógico –centrado en las necesidades del aprendiz adulto– y proyectadas hacia la heutagogía –el aprendizaje autodeterminado–, estas estrategias visuales pueden fomentar la autorregulación del estudiante y habilitar nuevas oportunidades de aprendizaje profundo y autónomo.

Enfoque Pedagógico-Andragógico Visuales en Educación Superior

La idea central de este análisis es prospectiva: entender cómo el aprendizaje mediado por imágenes puede favorecer la autorregulación y el aprendizaje significativo en estudiantes adultos universitarios, preparándolos para entornos de lifelong learning. Para ello, exploraremos (1) la pedagogía de la imagen como marco para educar a través de lo visual, (2) la técnica Imaginarium como herramienta didáctica concreta que traduce conceptos complejos en experiencias visuales, y (3) la vinculación de ambas con los principios de la andragogía, en camino hacia enfoques heutagógicos potenciados por tecnologías como la inteligencia artificial. Se parte de la premisa, sustentada por la literatura reciente, de que la integración de imágenes en la enseñanza favorece la motivación, la construcción colectiva del saber y la retención significativa del contenido, especialmente en aprendices adultos que buscan relevancia y autonomía en su formación. Asimismo, se reconoce que el uso efectivo de recursos visuales requiere un diseño pedagógico intencionado, es decir, no basta con usar imágenes de forma decorativa o superficial: es necesario convertirlas en estrategias didácticas que sirvan de andamiaje para una “lectura contextualizada y significativa” de la realidad, fomentando que el estudiante pase de una mirada espontánea a una mirada inquisitiva y reflexiva.

Bajo estas consideraciones, este artículo –dirigido a expertos en educación– articula los aportes teóricos y prácticos de la pedagogía de la imagen y de Imaginarium, en sintonía con los enfoques de educación de adultos (andragogía) y aprendizaje autodirigido (heutagogía). El objetivo es brindar un análisis profundo sobre cómo estas perspectivas entrelazadas pueden dinamizar la autorregulación del estudiante y abrir nuevas posibilidades de aprendizaje significativo en la educación superior contemporánea.

Análisis Prospectivo: Aprendizaje Mediado por Imágines

Pedagogía de la imagen: educando a través de lo visual

La pedagogía de la imagen (PI), según la plantea Guillén (2020), es un enfoque que promueve el aprendizaje significativo utilizando imágenes como vehículo pedagógico central. Guillén propone la PI como “la forma más idónea de promover el aprendizaje significativo dentro del aula”, tras evidenciar en su investigación que muchos docentes emplean imágenes de manera intuitiva pero sin un sustento teórico sólido. Esto conlleva a que se desaproveche su potencial educativo. La PI busca, entonces, sistematizar el uso didáctico de ilustraciones, infografías, diagramas y otros soportes visuales para enriquecer la experiencia de aprendizaje, haciéndola más atractiva, comprensible y conectada con la realidad del estudiante.

Un punto central de la pedagogía de la imagen es que permite aplicar ilustraciones bajo estrategias pedagógicas apropiadas, posibilitando una ejecución didáctica más significativa y la construcción colectiva e interactiva de saberes. En otras palabras, las imágenes, cuando se integran intencionalmente en la enseñanza, pueden servir como catalizador para discusiones, análisis críticos y co-construcción de conocimiento entre estudiantes. Por ejemplo, en educación ambiental –contexto del estudio de Guillén– el uso de fotografías, mapas conceptuales visuales o videos puede facilitar que los alumnos relacionen los conceptos teóricos con situaciones reales, fomentando una comprensión más profunda y personal. Guillén concluye que las estrategias fundamentadas en la pedagogía de la imagen cumplen con criterios pedagógicos sólidos y recomienda su implementación a docentes “que aspiran responder a las demandas de la sociedad actual”, caracterizada por la ubicuidad de la comunicación visual.

Pedagogía de la Imagen según Guillén (2020)

Es importante destacar que la pedagogía de la imagen no se reduce a “enseñar con fotos” de manera anecdótica, sino a desarrollar alfabetización visual y pensamiento crítico. Como advierte Guillén, no se trata de usar una imagen para que el aprendiz la vea sin más o como adorno, sino de aprovecharlas como estrategias didácticas que “ofrezcan andamios al aprendiz para promover una lectura contextualizada y significativa” del contenido. Esto implica guiar al estudiante en la interpretación de la imagen, vincularla con teorías o datos relevantes y estimular preguntas. Un docente formado en cultura visual podrá, por ejemplo, plantear preguntas sobre una imagen (¿qué ves?, ¿qué significa?, ¿cómo se relaciona con lo que estudiamos?) llevando al alumno de la simple observación a un análisis detenido. De ese modo, el estudiante desarrolla una mirada más analítica e inquisitiva, clave para el aprendizaje profundo.

La necesidad de implementar la pedagogía de la imagen en la educación superior también se justifica por las características de las nuevas generaciones de aprendices. Vivimos en la “cultura del icónico” (Basto, 2004), donde los jóvenes están colmados de imágenes en su vida cotidiana (redes sociales, medios digitales, etc.) y “aprenden cada día más desde la información que transmiten las mismas”. Ignorar esta realidad en el aula genera una brecha entre la experiencia del estudiante y la práctica docente. Por ello, diversos autores recientes señalan la importancia de desarrollar la competencia visual en educación. Por ejemplo, Swerzenski (2021) destaca que reconocer contenido visual manipulado es ya una habilidad crucial en la era de las deepfakes, requiriendo incluso mayor alfabetización visual que la textual. Integrar imágenes en la enseñanza superior, entonces, no solo aumenta el interés y la comprensión, sino que prepara a los estudiantes en alfabetización visual crítica, una destreza indispensable para navegar información en el siglo XXI.

Alfabetización Visual Crítica

En síntesis, la pedagogía de la imagen representa un cambio de paradigma en la práctica educativa: de materiales dominados por texto y magisterio unidireccional, a entornos de aprendizaje multimodales donde lo visual ocupa un lugar central en el diseño didáctico. Sus beneficios incluyen aprendizajes más significativos (al conectar conceptos con representaciones concretas o metafóricas), mayor retención y recuerdo (las imágenes suelen anclar mejor en la memoria), y un aumento en la participación y motivación del alumno. Estudios recientes refuerzan estas ideas: se ha demostrado, por ejemplo, que la incorporación de visualizaciones gráficas de rutas de aprendizaje puede optimizar la autorregulación de estudiantes universitarios en línea, haciendo sus patrones de aprendizaje “más regulares y eficientes”, y mejorando habilidades como la gestión del tiempo y la autoevaluación. Esto sugiere que, al proveer andamiajes visuales, empoderamos al estudiante para monitorear y dirigir mejor su propio proceso de aprendizaje. En la siguiente sección analizaremos una aplicación práctica y contemporánea de la pedagogía de la imagen: la técnica didáctica Imaginarium, que ejemplifica cómo se puede traducir teoría visual en acción educativa concreta.

Cambio de Paradigma en la Práctica Educativa

Imaginarium: una técnica didáctica para el aprendizaje visual significativo

Imaginarium es una técnica didáctica de reciente creación (impulsada por Luis Lastra) que lleva la pedagogía de la imagen al terreno práctico, mediante el uso de ilustraciones abstractas para enseñar conceptos complejos. En esencia, Imaginarium propone transformar el aula en un espacio de imaginación y pensamiento visual, donde docentes y estudiantes construyen significados a partir de imágenes generadas –incluso con apoyo de inteligencia artificial– y las conectan con los contenidos de la asignatura. Como la describe su creador, es “una técnica didáctica diseñada para el aprendizaje a través de la significación de imágenes abstractas”, en la cual cada imagen funciona como un disparador de reflexión crítica y análisis conceptual en el estudiante.

El proceso típico de Imaginarium es el siguiente: el docente identifica un concepto difícil o denso del temario y presenta a los estudiantes una galería de imágenes (ilustraciones metáforicas, oníricas o simbólicas relacionadas con dicho concepto). Estas imágenes pueden ser previamente generadas con herramientas de IA generativa como Midjourney, a partir de prompts cuidadosamente diseñados. Cada alumno debe escoger una imagen que, según su interpretación personal, mejor represente o se vincule con el concepto en cuestión. Luego, escribe una explicación justificando la relación que ve entre la imagen y el concepto. Por ejemplo –tomando un caso mencionado por Lastra– ante el concepto “educación en la era de la IA”, un estudiante selecciona una ilustración de un científico con frascos y dragones, explicando: “Los experimentos en la mesa representan proyectos en marcha, y los dragones los productos logrados; tan mágicos como increíbles”. Este ejercicio desencadena un debate donde diversos estudiantes comparten sus elecciones y razonamientos, contrastando puntos de vista. El rol del docente es moderar y luego retroalimentar: rescatar aciertos, profundizar en las asociaciones válidas y corregir ideas erróneas, si las hay. La actividad puede hacerse individualmente o en equipos (seleccionando imágenes grupalmente) para promover colaboración.

Técnica Didáctica Imaginarium

Las virtudes pedagógicas de Imaginarium residen en que combina creatividad visual con aprendizaje conceptual, abriendo “nuevas puertas a la comprensión y el compromiso” de los estudiantes. Al tener que dar significado personal a un concepto por medio de una imagen, el alumno se ve obligado a comprender realmente el concepto (no solo memorizarlo) y a reflexionar sobre él para explicarlo con sus propias palabras. Esto se alinea con lo que Onrubia (2016) denomina doble reflexión: interna (integrando el nuevo aprendizaje con saberes previos) y externa (contrastando ideas con los demás). Las imágenes actúan aquí como mediadoras que facilitan esa integración, pues “permiten que los estudiantes formen representaciones visuales que conecten el nuevo contenido con sus experiencias previas y contextos individuales, facilitando un aprendizaje más significativo y duradero”. En palabras de Aragón (2023), citadas en el material de Imaginarium, esta interpretación personal de los conceptos es esencial para que el conocimiento trascienda la mera memorización y se vuelva realmente propio del estudiante.

Asimismo, Imaginarium crea un entorno donde se promueven la colaboración y el diálogo. La dinámica de comentar y discutir diferentes interpretaciones de imágenes en relación con el tema de estudio “contribuye al desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y comunicación efectiva” en el alumnado. Los estudiantes aprenden a expresar sus ideas, a justificar con analogías visuales sus argumentos y a escuchar las perspectivas ajenas, lo cual enriquece su comprensión. Lastra destaca que el uso de imágenes únicas y abstractas fomenta la creatividad tanto en docentes como en estudiantes, al permitir la creación y adaptación de ilustraciones a diversas actividades pedagógicas. Por ejemplo, un docente de ingeniería puede utilizar Imaginarium para enseñar “entropía” (concepto abstracto de termodinámica): genera imágenes alegóricas del desorden creciente y pide a los alumnos que las interpreten; las diversas visiones compartidas les ayudarán a construir una noción más tangible de la entropía. Este tipo de estrategias visuales, apoyadas por IA, hacen el aprendizaje de conceptos complejos más accesible y significativo, a la vez que introducen al aula un componente lúdico y motivador.

VIrtudes pedagógicas-andragógicas de IMAGINARIUM

Cabe resaltar el papel de la inteligencia artificial (IA) en Imaginarium. La disponibilidad de generadores de imágenes por IA (DALL-E, Midjourney, Stable Diffusion, etc.) ha potenciado enormemente esta técnica, pues los docentes pueden obtener ilustraciones personalizadas para sus clases, incluso sobre temas altamente específicos. Según un reporte reciente, la integración de IA en entornos educativos tiene el potencial de revolucionar el aprendizaje personalizado, adaptando métodos, contenidos y ritmo a las necesidades individuales. En el caso de Imaginarium, la IA se convierte en aliada creativa del docente: con la descripción adecuada, puede generar imágenes metafóricas que antes hubieran requerido un ilustrador profesional. Esto democratiza el acceso a recursos visuales de calidad, permitiendo a cualquier profesor crear materiales atractivos sin depender de costosos bancos de imágenes. No obstante, el docente debe desarrollar nuevas competencias, como la formulación de prompts eficaces y la curaduría ética de las imágenes (e.g., evitar sesgos o contenido inapropiado), temas que emergen en experiencias recientes con IA en el aula. Aun con esos desafíos, los resultados preliminares muestran una predisposición positiva de los estudiantes hacia la IA cuando se usa con propósito educativo, aunque reconociendo la necesidad de entrenarlos en su correcto uso.

Papel de la Inteligencia Artificial en Imaginarium

En síntesis, Imaginarium ejemplifica cómo la pedagogía de la imagen puede aterrizarse en una práctica didáctica concreta que involucra activamente al estudiante en la construcción de significado. Sus principios –la significación personal, la discusión colaborativa, la unión de imaginación e intelecto– responden bien a las características de los aprendices adultos: estos valoran relacionar el contenido con su propia experiencia, aprender de pares, resolver problemas reales y sentir autonomía en su proceso. Así, se abre un puente natural hacia la andragogía, la ciencia y arte de la educación de adultos, que exploraremos a continuación. Veremos cómo la utilización estratégica de imágenes (como en Imaginarium) complementa los principios andragógicos tradicionales, potenciando la motivación intrínseca, la autogestión y la experiencia previa del estudiante adulto. Y dado que Imaginarium ya insinúa espacios de autoaprendizaje (el alumno elige, interpreta, explica), analizaremos cómo estas iniciativas pueden proyectarse hacia un enfoque heutagógico, donde el aprendiz asume control pleno de su formación.

Síntesis: De Imaginarium a Andragogía y Heutagogía

Enfoque andragógico: aprendizaje centrado en el adulto

El término andragogía alude a la “comprensión de la ciencia y la práctica del aprendizaje de adultos”, en contraste con la pedagogía, que se refiere al aprendizaje de niños. Popularizado por Malcolm Knowles en la década de 1980, el enfoque andragógico parte de la premisa de que los adultos aprenden de forma diferente a los niños, principalmente porque tienen autoconcepto, experiencias y motivaciones distintivas. Knowles propuso cinco pilares de la andragogía: (1) autoconcepto maduro –el adulto se ve a sí mismo como autónomo y auto-dirigido; (2) reservorio de experiencia –los adultos aportan una base rica de experiencias previas que sirve de recurso para el aprendizaje; (3) disposición a aprender –aprenden aquello que necesitan para desempeñar sus roles sociales o laborales; (4) orientación a problemas –prefieren aprendizajes aplicables inmediatamente, centrados en la resolución de problemas reales; (5) motivación interna –más que obedecer exigencias externas, el adulto se motiva por crecimiento personal, desarrollo profesional, satisfacción de logros, etc.

De estos principios se desprende una metodología formativa distinta: en la andragogía, el educador actúa más como facilitador que como transmisor, involucrando a los estudiantes en la planificación, diagnóstico de necesidades, definición de objetivos y evaluación de su aprendizaje. Knowles insistía en que la educación de adultos debe centrarse en el estudiante y enseñarle “el dominio del aprendizaje automotivado”, en lugar de centrarse en el docente. Esto supone cultivar la autonomía del aprendiz: el formador guía al adulto para que este tome responsabilidad sobre qué y cómo aprende, apoyándolo con recursos pertinentes y realimentación, pero dejando espacio para la iniciativa personal.

El aprendizaje mediado por imágenes encaja naturalmente con la filosofía andragógica. En primer lugar, las imágenes pueden activar más fácilmente el vasto reservorio de experiencia previa del adulto. Una sola fotografía o ilustración puede evocar recuerdos, conocimientos o emociones en el estudiante, sirviendo de puente entre la materia de estudio y su vida. Por ejemplo, al formar enfermeros adultos, usar viñetas visuales de situaciones clínicas puede disparar en ellos memorias de casos reales que han atendido, enriqueciendo la discusión con sus aportes. En segundo lugar, el uso de técnicas como Imaginarium incrementa la participación activa y la autodirección: el adulto decide qué imagen le resulta significativa, construye su propia analogía y la defiende ante otros, lo cual le da voz y agencia en el proceso educativo. Esto responde al autoconcepto de madurez –el adulto aprende mejor cuando se le reconoce como agente autónomo, no como receptor pasivo. Además, las actividades visuales suelen plantearse en torno a problemas o conceptos reales, alineándose con la orientación práctica de los adultos: en lugar de aprender teoría de forma abstracta, analizan un problema a través de un caso visual, discuten soluciones, etc.

Aprendizaje Mediado por Imágenes y Filosofía Andragógica

Un elemento crucial es la motivación intrínseca. Las imágenes tienden a generar respuestas emocionales más intensas que un texto plano; una ilustración impactante sobre cambio climático, por ejemplo, puede conmover o provocar curiosidad en un estudiante de ciencias ambientales, disparando su motivación por entender el fenómeno a profundidad. Según Flavio de Jesús Castillo Silva –referente latinoamericano en andragogía– la educación de adultos, todavía en construcción como ciencia, tiene que expandir sus métodos para poner al adulto “en una situación de libertad en sus procesos de aprendizaje”. Esto implica otorgar margen para la elección personal, la creatividad y la autorregulación dentro del aula, condiciones que precisamente las estrategias visuales tienden a propiciar. Castillo Silva y otros andragogos enfatizan que la relación formador-formando debe ser horizontal y basada en diálogo, principios que se ven reflejados cuando la clase se convierte en un intercambio de interpretaciones (como al discutir imágenes) en lugar de una cátedra unidireccional.

En suma, incorporar pedagogías visuales en un ambiente andragógico potencia los resultados: el adulto aprende haciendo y viendo, contextualizando la teoría en experiencias visuales significativas, lo cual lleva a aprendizajes más perdurables. De hecho, investigaciones sobre aprendizaje en línea sugieren que proveer a estudiantes adultos con visualizaciones claras de su progreso y rutas de aprendizaje mejora su autogestión del tiempo y su desempeño académico. Esto evidencia que, con las herramientas adecuadas, los adultos son capaces de autorregularse de forma efectiva. Y aquí es donde la frontera entre andragogía y heutagogía comienza a desdibujarse: a medida que los educadores confían más en la capacidad del adulto para dirigir su aprendizaje (facilitado por recursos visuales, feedback continuo, tecnologías adaptativas), se transita hacia un modelo en que el estudiante se convierte en el principal agente de su formación. En la siguiente sección profundizaremos en esta proyección hacia la heutagogía, o aprendizaje autodeterminado, y cómo la combinación de enfoques analizados (imagen, Imaginarium, andragogía) abona el terreno para dicha evolución.

Motivación Intrínseca y Transición hacia Heutagogía

Hacia la heutagogía: aprendizaje autodeterminado y mediación tecnológica

El concepto de heutagogía, acuñado por Hase y Kenyon (2000), se define como el estudio del aprendizaje autodeterminado. Se la considera una progresión natural: así como la andragogía surgió reconociendo la autonomía del aprendiz adulto frente a la pedagogía tradicional, la heutagogía lleva esa autonomía un paso más allá. Mantiene el énfasis en el estudiante pero destaca la importancia de desarrollar las habilidades necesarias para aprender por cuenta propia, es decir, aprender cómo aprender. En contextos de educación superior, cada vez más vinculados a la disponibilidad masiva de información y recursos digitales, la heutagogía adquiere gran relevancia: formar graduados que sepan auto-gestionar su aprendizaje continuo es fundamental en un mundo laboral cambiante.

Podemos entender la relación entre pedagogía, andragogía y heutagogía como un continuo de madurez y autonomía (Canning, 2010). En la pedagogía (niños o entornos altamente dirigidos), el instructor controla el proceso de aprendizaje y busca principalmente motivar al estudiante a participar. En la andragogía, el instructor comienza a cultivar la capacidad de autodirección del alumno, otorgándole más libertad en cómo aprende y disminuyendo la estructura rígida del curso, aunque el docente sigue siendo el agente principal que guía. En la heutagogía, por contraste, el aprendiz asume el control total de su aprendizaje, con autonomía completa para decidir qué aprender y cómo aprenderlo. El rol del facilitador pasa a ser el de un mentor o guía bajo demanda, mientras que el estudiante autodetermina objetivos, fuentes, ritmo y evalúa su propio progreso.

Concepto de Heutagogía: Continuo de Autonomía

Hacia este paradigma apuntan muchas tendencias educativas contemporáneas, impulsadas a su vez por las tecnologías digitales. Autores recientes como Blaschke (2021) señalan que los métodos pedagógicos e incluso andragógicos ya no son suficientes para preparar a los alumnos a prosperar en entornos laborales complejos; se requiere un enfoque más autodirigido y personalizado donde el estudiante reflexiona sobre qué aprende y cómo lo aprende. La pandemia de COVID-19 también dejó lecciones en esta línea: con la educación remota, estudiantes y docentes se vieron obligados a replantear sus roles, y se hizo evidente el valor de la auto-disciplina, la capacidad de buscar recursos de forma independiente y el aprendizaje “justo a tiempo” según necesidades inmediatas. Son rasgos propios de la heutagogía.

Ahora bien, ¿cómo se relacionan la pedagogía de la imagen e Imaginarium con la heutagogía? En primer lugar, ambas promueven la autorreflexión y la autorregulación, componentes esenciales del aprendizaje autodeterminado. Por ejemplo, al trabajar con imágenes, el estudiante universitario entrena su habilidad de evaluarse: debe juzgar si su interpretación visual es válida, si realmente comprende el concepto, comparar su comprensión con la de otros y, tras la retroalimentación, ajustar sus percepciones. Este ciclo se parece al de un alumno heutagógico que reflexiona sobre lo aprendido y cómo lo aprendió para seguir avanzando. En efecto, estudios recientes indican que enfoques de enseñanza que incorporan autonomía y reflexión –como las metodologías basadas en proyectos o problemas con elementos visuales– desarrollan en los estudiantes mayor pensamiento crítico, capacidad de resolución de problemas y habilidades de aprendizaje autorregulado. Las imágenes, al ser tan polivalentes, pueden servir como disparadores de aprendizaje autodirigido: un alumno curioso podría profundizar por su cuenta en el tema que le sugiere una infografía dada en clase, o incluso utilizar herramientas como buscadores visuales y plataformas multimedia para extender el contenido más allá de lo impartido por el profesor.

Relación Entre Pedagogía de la Imagen & Imaginarium & Heutagogía

En segundo lugar, la heutagogía se ve potenciada por la personalización y tecnología, ámbitos donde la IA y los recursos visuales juegan un rol crucial. El aprendizaje autodeterminado del siglo XXI no implica que el estudiante esté aislado; por el contrario, suele apoyarse en gran medida en recursos digitales: cursos en línea, tutoriales en video, infografías interactivas, simuladores visuales, etc. La inteligencia artificial en educación se orienta justamente a ofrecer experiencias más personalizadas: sistemas tutores inteligentes, plataformas adaptativas y analíticas de aprendizaje que se ajustan al estilo y progreso del alumno. Un estudiante autodeterminado puede aprovechar estas herramientas para trazar su propio camino de aprendizaje. Por ejemplo, imaginemos a un estudiante de administración interesado en marketing digital: podría usar un sistema de recomendación que, a partir de su interacción con cierto diagrama de embudo de ventas (visual), le sugiera lecturas adicionales, videos explicativos o ejercicios prácticos. La IA podría proporcionarle retroalimentación inmediata en un quiz, o generar nuevas visualizaciones de datos para que practique. De este modo, la tecnología actúa como mentor suplementario, mientras el estudiante decide qué rutas seguir y profundiza en los temas a su ritmo.

Es relevante mencionar que en la actualidad hay experiencias que entrelazan heutagogía, imágenes y entornos colaborativos. Un caso documentado es el desarrollo de e-portafolios y proyectos creativos en los que los estudiantes definen sus propios objetivos de aprendizaje y los evidencian mediante artefactos visuales (videos, pósters, mapas conceptuales). La heutagogía aplicada muestra que cuando a los alumnos se les brinda confianza y herramientas, pueden tomar la iniciativa de aprender más de lo mínimo requerido, perseguir sus intereses y luego compartir ese conocimiento con la comunidad educativa (peers, mentores), enriqueciendo el colectivo (aprendizaje paragógico o entre pares, complementario a la heutagogía).

Heutagogía Potenciada por Personalización y Tecnología

En la práctica docente, moverse hacia la heutagogía implica un cambio en el diseño curricular y la evaluación. Se habla de estrategias como contratos de aprendizaje (acuerdos entre docente y estudiante sobre metas personalizadas), currículos flexibles que incorporan las preguntas y motivaciones de los alumnos, evaluaciones negociadas donde el estudiante tiene voz sobre cómo demostrar lo aprendido, y énfasis en el aprendizaje colaborativo más que en la competencia. Estas estrategias requieren un alto grado de metacognición y autogestión por parte del estudiante, habilidades que se cultivan gradualmente. La pedagogía de la imagen e Imaginarium pueden servir como escalones hacia allí: acostumbran al estudiante a participar, decidir, crear y evaluar dentro del entorno guiado (andragógico) para luego, idealmente, lanzarse a una mayor autoorganización de su aprendizaje.

Finalmente, conviene notar que la transición a enfoques autodeterminados no significa abandonar al estudiante a su suerte. El docente sigue cumpliendo un papel imprescindible como diseñador de experiencias de aprendizaje y como acompañante en momentos clave. En contextos de sobreabundancia informativa, enseñar a “aprender a aprender” es tan esencial como enseñar contenidos específicos. La heutagogía reclama docentes capaces de guiar en esa meta-habilidad. Al integrar imágenes, métodos como Imaginarium y filosofías andragógicas, los educadores en niveles superiores están re-imaginando cómo lucen sus cursos: menos clases magistrales, más laboratorios creativos; menos exámenes estandarizados, más proyectos auténticos; menos listas de temas rígidas, más trayectorias de aprendizaje personal.

Todo lo anterior converge hacia un modelo educativo prospectivo, centrado en el estudiante como autor de su propio conocimiento, con el docente orquestando un entorno rico en recursos visuales, tecnológicos y colaborativos. Si el pedagogo brasileño Paulo Freire abogaba por una educación que “pusiera al estudiante en contexto con su realidad” para que aprendiera críticamente, hoy podríamos añadir que esa realidad es cada vez más digital y visual; por tanto, mediar el aprendizaje con imágenes y permitir que el aprendiz decida caminos se vuelve parte de esa pedagogía crítica adaptada a nuestro tiempo.

Modelo Educativo Prospectivo:Síntesis Final

La integración de la pedagogía de la imagen, la técnica didáctica Imaginarium y el enfoque andragógico con una visión hacia la heutagogía representa una evolución coherente y necesaria en la educación superior contemporánea. En este recorrido teórico-práctico hemos visto que:

  • Las imágenes poseen un poder pedagógico significativo para construir significado y conectar la teoría con la experiencia. Lejos de ser simples adornos, cuando se usan bajo estrategias intencionadas (pedagogía de la imagen) se convierten en andamios que facilitan la comprensión profunda, la memorización duradera y el desarrollo de habilidades cognitivas superiores (análisis, síntesis, pensamiento crítico). Guillén (2020) demostró que muchos docentes ya emplean recursos visuales de forma intuitiva, pero subrayó la urgencia de dotarlos de fundamento teórico y didáctico para romper con modelos tradicionales y atender las demandas de una generación inmersa en lo visual. Implementar una pedagogía de la imagen es, en el fondo, alfabetizar visualmente a educadores y educandos, preparándolos para los lenguajes mediáticos del siglo XXI.
  • Imaginarium, como ejemplo de técnica derivada de la pedagogía de la imagen, confirma en la práctica los beneficios postulados teóricamente. Transforma el aula en un taller de imaginación aplicada, donde cada estudiante es protagonista al interpretar y significar imágenes en torno a los contenidos curriculares. Esto no solo aumenta la motivación y el involucramiento activo, sino que promueve la autorregulación: el alumno monitorea su entendimiento (¿comprendí bien el concepto?), recibe feedback de sus pares y del docente, y ajusta sus concepciones. Observamos que Imaginarium potencia la creatividad, la colaboración y la comunicación, competencias todas valiosas en la formación integral. Además, su sinergia con la IA abre un horizonte de innovación: docentes utilizando imágenes generadas por IA logran recursos educativos altamente personalizados y estimulantes. Esto demuestra que la inteligencia artificial, lejos de ser una amenaza, puede ser una aliada en la educación, al “optimizar resultados educativos al adaptar contenido y retroalimentación a las necesidades individuales del alumno”. La clave está en integrarla éticamente y con intencionalidad pedagógica.
  • El enfoque andragógico nos recuerda que el centro de gravedad en la educación de adultos recae en el aprendiz, en su bagaje y su autonomía. La incorporación de metodologías visuales en este enfoque encaja con los pilares de la andragogía (autoconcepto, experiencia, aplicabilidad, etc.), al ofrecer aprendizajes relevantes y participativos. Los adultos aprenden mejor cuando pueden ver la utilidad y la relación de lo que estudian con el mundo real. Al ver, literalmente, mediante imágenes esa conexión, su aprendizaje se vuelve significativo y motivante. Como apuntó Knowles y refuerza Castillo Silva, la meta es lograr que el adulto sea capaz de aprender de forma autónoma, con el educador como facilitador.
  • Hacia la heutagogía, todos estos elementos se proyectan de forma natural. Si la pedagogía de la imagen e Imaginarium han puesto al estudiante a tomar decisiones, reflexionar, crear y gestionar en parte su aprendizaje dentro del entorno guiado, estamos pavimentando el camino para que más adelante pueda hacerlo por sí mismo en entornos abiertos. La heutagogía implica confianza en el aprendiz y en su capacidad para autorregularse, y nuestras estrategias visuales y andragógicas contribuyen a cultivar esa capacidad. Vemos ya atisbos heutagógicos en prácticas donde el estudiante escoge recursos (muchas veces visuales: tutoriales, MOOCs, infografías) para complementar su formación, o propone proyectos personales para cumplir con ciertos resultados de aprendizaje. La educación superior del futuro inmediato demandará cada vez más esta personalización flexible, pues como señalan Salmon (2019) y otros, hay que “re-imaginar cómo enseñamos y aprendemos para los futuros emergentes del trabajo”, alineando tecnología y pedagogía. La pandemia y la revolución de la información ya demostraron que aprender a aprender es tan importante como el contenido aprendido en sí.

En conclusión, una educación superior centrada en el aprendizaje visual y autodirigido ofrece una respuesta prometedora a los desafíos actuales: puede incrementar la motivación y la autorregulación de los estudiantes, formar profesionales más creativos y reflexivos, y democratizar el conocimiento al romper con modelos unidireccionales. La integración de pedagogía de la imagen, técnicas como Imaginarium, y los principios de andragogía y heutagogía nos encamina a un paradigma donde el estudiante universitario no es un consumidor pasivo de información, sino un co-creador activo de su aprendizaje, capaz de navegar un mar de imágenes e información con pensamiento crítico y propósito. Como educadores, esto nos invita a innovar con intención: aprovechar las herramientas visuales y de IA disponibles, rediseñar nuestras estrategias para que sean más inclusivas y significativas, y acompañar a los aprendices en el desarrollo de la autonomía que necesitarán para seguir aprendiendo toda la vida. Solo así la educación superior seguirá siendo relevante y transformadora en la sociedad visual y digital de nuestro tiempo.

REFERENCIAS
  • Blaschke, L. M. (2021). Self-determined learning (Heutagogy) and digital media creating integrated educational environments for developing lifelong learning skills. [En línea].
  • Castillo Silva, F. de J. (2018). Andragogía, andragogos y sus aportaciones. Voces de la Educación, 3(6), 64–76. DOI: 10.5281/zenodo.3525549
  • Castillo Silva, F. de J. (2022). Evaluación andragógica. Revista Espacio Universitario, 17(45), 22–32.
  • Guillén, G. (2020). La pedagogía de la imagen como forma de promover el aprendizaje significativo dentro del aula. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.0, 9(1), 96–108.dialnet.unirioja.es
  • Lastra, L. (2023). Imaginarium: Técnica didáctica para el aprendizaje a través de imágenes. [Documento de trabajo, Magio Academy].es.linkedin.com
  • Mujica-Sequera, R. M. (2021a). ¿Qué es la andragogía? [Entrada de blog]. Docentes 2.0, 10 de agosto de 2021.blog.docentes20.comblog.docentes20.com
  • Mujica-Sequera, R. M. (2021b). ¿Qué es la heutagogía? [Entrada de blog]. Docentes 2.0, 9 de agosto de 2021.blog.docentes20.comblog.docentes20.com
  • Swerzenski, J. (2021). Visual literacy in an era of manipulated media. En Kędra, J. & Zylka, J. (Eds.), Visual Pedagogies in Higher Education. Brill.
  • Xu, X., Zhao, W., Li, Y., Qiao, L., & Liu, F. (2025). The impact of visualizations with learning paths on college students’ online self-regulated learning. Education and Information Technologies, 30(3), 2917–2940.eric.ed.gov
  • Merino-Campos, C. (2025). The Impact of Artificial Intelligence on Personalized Learning in Higher Education: A Systematic Review. Trends in Higher Education, 4(2), 17.mdpi.commdpi.com

Frontiers in Education. (2024). Heutagogy as an alternative in teacher education: conceptions of lecturers and pre-service teachers. Frontiers in Education, 9, Artículo 1389661frontiersin.orgfrontiersin.org. (autores varios).
Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *