Estas acciones pueden contribuir significativamente al desarrollo profesional de los docentes, pero es fundamental que los centros de apoyo a la docencia eviten transformarse en minifacultades de educación. En su lugar, deben enfocarse en diseñar experiencias estratégicas que fomenten el aprendizaje continuo y la autonomía de los académicos y docentes en el desarrollo de habilidades digitales. Este enfoque reconoce que muchos docentes están motivados por la pasión por sus disciplinas más que por un interés intrínseco en la pedagogía, y prioriza la creación de herramientas y estrategias que les permitan enseñar de manera efectiva sin imponer paradigmas ajenos a sus intereses. Asimismo, estos centros deben reducir la burocracia y evitar replicar prácticas formativas tradicionales, enfocándose en preparar a los docentes para que puedan guiar a sus estudiantes hacia un aprendizaje significativo y sostenible a lo largo de la vida, que trascienda la obtención de credenciales para convertirse en una herramienta de bienestar personal y social.

En el contexto actual, los Centros de Enseñanza y Aprendizaje (CTL) desempeñan un papel crucial en la modernización de los procesos educativos en la educación superior. Sin embargo, un análisis exhaustivo de las mejores prácticas internacionales sugiere que estos centros, en su mayoría, concentran sus esfuerzos en niveles micro y meso, priorizando actividades de desarrollo individual y departamental, mientras dejan de lado estrategias que impacten de manera integral a nivel macroorganizacional o internacional (Drugova & Zhuravleva, 2023). Esto plantea la necesidad de rediseñar sus objetivos para garantizar un impacto más amplio y duradero.

En Latinoamérica, es fundamental aprender de estas experiencias y reorientar las estrategias hacia enfoques más inclusivos y adaptativos que incorporen principios de andragogía y heutagogía. Estos enfoques permiten atender mejor las necesidades de los estudiantes adultos, quienes representan el grueso de la población en la educación superior, fomentando la autonomía y la autoorganización en el aprendizaje.

Una recomendación basada en el análisis de prácticas internacionales sería la creación de políticas y programas que incluyan:

La integración de modelos andragógicos y heutagógicos: Promover la formación de docentes para diseñar experiencias educativas centradas en el aprendizaje autónomo y colaborativo.

El fortalecimiento del impacto macro: Desarrollar iniciativas que no solo beneficien a los docentes y estudiantes de forma individual, sino que transformen la cultura organizacional de las instituciones.

La adopción de tecnologías educativas: Aprovechar herramientas digitales no solo para la enseñanza tradicional, sino como medio para empoderar a los estudiantes en la co-creación de su aprendizaje.

Este rediseño permitirá que los centros de enseñanza no se perciban como extensiones de facultades tradicionales, sino como laboratorios de innovación educativa capaces de liderar la transformación del aprendizaje en la región. Estas estrategias no solo responden a las necesidades actuales, sino que también alinean los esfuerzos de las instituciones con las tendencias globales de la educación superior.