Desmitificando Creencias y Retomando la Esencia de las Metodologías Activas
En el ámbito educativo, se han arraigado diversas creencias o estereotipos que influyen en la forma en que los docentes y las instituciones abordan la enseñanza y el aprendizaje. Estos estereotipos pueden manifestarse en forma de neuromitos y edumitos, que conducen a prácticas basadas más en la repetición acrítica de ideas populares que en la evidencia científica (Bruer, 1997; Dekker, Lee, Howard-Jones, & Jolles, 2012). A su vez, algunos conceptos—como el de metodologías activas—han sido tan “manoseados” que corren el riesgo de trivializar su significado profundo, transformándolos en meros lugares comunes.
El presente artículo tiene dos objetivos centrales:
Desmitificar el uso de teorías sin base empírica, con especial atención a la teoría de los estilos de aprendizaje.
Profundizar en las críticas y desafíos asociados a la implementación de metodologías activas, que, si bien no son un “mito” en sí mismas, suelen ser aplicadas de manera superficial o distorsionada.
La finalidad de este texto es proporcionar un panorama que ayude a docentes, investigadores en educación y tomadores de decisiones a cuestionar estereotipos educativos y fomentar prácticas pedagógicas sustentadas en la evidencia, sin sacrificar la riqueza que ofrece la innovación tecnológica y la formación de competencias digitales.
2. Neuromitos y Edumitos en Perspectiva
Los neuromitos se definen como interpretaciones erróneas sobre el funcionamiento cerebral, mientras que los edumitos son ideas falsas o tergiversadas acerca de la enseñanza y el aprendizaje (Bruer, 1997; Ruiz Martín, 2020). Ambos tipos de estereotipos educativos pueden obstaculizar la implementación de estrategias realmente eficaces.
2.1 Ejemplos Breves de Neuromitos y Edumitos
Estos mitos ilustran cómo ciertas creencias pueden desviar la atención de enfoques pedagógicos/andragógicos con fundamentos sólidos y, a su vez, perpetuar estrategias poco efectivas.
3. El Mito de los “Estilos de Aprendizaje” y su Falta de Evidencia
La teoría de los “estilos de aprendizaje” (visual, auditivo, kinestésico) es uno de los neuromitos más difundidos (Pashler, McDaniel, Rohrer, & Bjork, 2009). Propone que cada individuo aprende mejor cuando se le presenta la información en su modalidad preferida. Sin embargo, múltiples estudios señalan que no existe evidencia concluyente que demuestre un aumento significativo en el rendimiento académico al “emparejar” un estilo perceptual con la instrucción (Willingham, Hughes, & Dobolyi, 2015).
En realidad, las diferencias individuales suelen asociarse más a factores como la motivación, las funciones ejecutivas (memoria de trabajo, control de la atención, control inhibitorio) y los conocimientos previos (Willingham, 2009; Diamond, 2013). Además, las preferencias de los estudiantes (por ejemplo, elegir un video sobre un texto) no necesariamente mejoran el aprendizaje de forma sistemática; pueden responder a situaciones puntuales como el cansancio visual, la disponibilidad de dispositivos o la familiaridad con un formato.
4. Principios de Aprendizaje Basados en Evidencia
En lugar de sostener la instrucción en la noción de “estilos de aprendizaje”, la investigación en psicología cognitiva y neuroeducación recomienda estrategias con mayor respaldo empírico:
5. Metodologías Activas: Potencial y Riesgos de la Superficialidad
Las metodologías activas—como el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje cooperativo o la clase invertida—no constituyen un neuromito o edumito en sí mismas. De hecho, cuentan con sustento teórico y han demostrado resultados positivos en el desarrollo del pensamiento crítico y la participación estudiantil (Johnson, Johnson, & Smith, 2007). El problema surge cuando su aplicación se banaliza o se reduce a una serie de técnicas descontextualizadas.
6. Competencias Digitales y Brecha Tecnológica: Riesgos de los Estereotipos
En la formación de competencias digitales, apoyarse en estereotipos educativos—como la teoría de estilos de aprendizaje—o en una visión superficial de las metodologías activas puede agravar las brechas de acceso y uso de la tecnología.
6.1 Impacto en Poblaciones Vulnerables
Personas mayores pueden ser encasilladas como “no digitales” o con limitaciones perceptuales, subestimando su capacidad de adaptarse.
Sectores socioeconómicos bajos pueden quedar fuera de planes de capacitación flexibles, perpetuando la brecha digital (Castaño-Muñoz, 2010).
6.2 Barreras Reales
Acceso a dispositivos y conectividad limitada.
Nivel de alfabetización digital y dominio de habilidades básicas.
Falta de tiempo o de apoyo familiar.
Ansiedad tecnológica y escasa confianza en el uso de herramientas.
Contexto cultural y necesidades prácticas variadas.
6.3 Estrategias Más Efectivas
Programas flexibles con diferentes vías de entrada, sin etiquetar a los participantes según supuestos estilos.
Comunidades de aprendizaje y mentoría, donde la motivación y el intercambio de experiencias son clave.
Uso contextualizado de la tecnología, respondiendo a problemas reales y tareas cotidianas (Redecker & Punie, 2017).
Evaluaciones coherentes con los principios de la formación digital, centradas en la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades.
7. Estrategias de Desmitificación y Transformación Docente
Para favorecer un cambio significativo en la práctica educativa y combatir la superficialidad de algunos enfoques:
Desmitificación Gradual y Constructiva
Compartir evidencia práctica y accesible que refute los neuromitos y edumitos (Pashler et al., 2009).
Fomentar la reflexión docente con base en estudios de caso y ejemplos reales de innovación exitosa.
Construcción de Experiencias Positivas
Integrar recursos multimodales (videos, podcasts, simulaciones) que demuestren los beneficios de la variedad, evitando encasillamientos.
Diseñar proyectos colaborativos que inviten a la metacognición, es decir, a reflexionar sobre cómo y por qué se aprende.
Desarrollo de Capacidad Comunitaria
Crear redes de docentes y “agentes de cambio” para el intercambio de buenas prácticas en metodologías activas y competencias digitales (Johnson et al., 2007).
Impulsar formación continua que profundice en la planificación y evaluación coherente con metodologías activas.
Adaptación Contextual
Reconocer las especificidades culturales y las necesidades de cada comunidad (Gay, 2018).
Evitar la estandarización mecánica de metodologías, procurando que el proceso sea relevante para los estudiantes y el entorno.
Evaluación y Seguimiento
Alinear la evaluación con los objetivos de aprendizaje pretendidos, evitando pruebas memorísticas cuando se promueven habilidades de orden superior (Sanmartí, 2007).
Sistematizar las experiencias para compartir logros y desafíos de manera colaborativa, promoviendo la mejora continua (Hattie, 2009).
Los estereotipos educativos, plasmados en neuromitos y edumitos, pueden condicionar las prácticas docentes de forma negativa, desviando la atención de estrategias basadas en evidencia. Uno de los ejemplos más representativos es el mito de los “estilos de aprendizaje”, que se mantiene arraigado pese a la falta de sustento científico. A esto se suma la implementación superficial de las metodologías activas, cuyo potencial transformador se diluye cuando se reduce a un conjunto de actividades sin una comprensión profunda de sus fundamentos.
Por otra parte, en el desarrollo de competencias digitales, la adhesión a estereotipos puede exacerbar la brecha tecnológica y subestimar el rol de factores más críticos, como el acceso a dispositivos, la alfabetización digital previa y la motivación intrínseca.
Para superar estos desafíos, se requiere un proceso de desmitificación sistemático, formación docente continua y una reflexión crítica que permita al profesorado y a las instituciones adoptar enfoques pedagógicos más coherentes y efectivos. Lejos de restar valor a la diversidad individual, la renuncia a los estereotipos educativos impulsa la innovación y abre caminos para un aprendizaje inclusivo, profundo y significativo.
Referencias
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