En la frontera entre la evolución humana y la revolución tecnológica, nos encontramos en un punto de inflexión que sacude los fundamentos de la educación tal como la conocemos. Yuval Noah Harari (2017), en su obra Homo Deus, propone que estamos transitando de ser “sapiens” a “dioses”, con la capacidad de rediseñar nuestra propia inteligencia y, por ende, nuestro destino. Sin embargo, en medio de estas disrupciones, los sistemas educativos permanecen anclados en una lógica industrial decimonónica, que parece ajena al acelerado pulso de nuestro tiempo.
Adam Grant (2021), en Think Again, profundiza esta mirada crítica al enfatizar la importancia de “desaprender y reaprender” como proceso fundamental en un mundo marcado por transformaciones exponenciales. Para Grant, la inteligencia artificial no es simplemente una innovación tecnológica, sino un espejo que refleja las limitaciones de los modelos cognitivos tradicionales. Así, se revela que seguimos inmersos en estructuras educativas que privilegian la repetición por sobre la reflexión, la memorización por encima de la creatividad y la conformidad en lugar del pensamiento crítico.
El núcleo de este dilema radica en que el sistema educativo actual opera como una fábrica de certezas en un entorno donde la incertidumbre es la norma. La estandarización y la rigidez metodológica contraponen, en muchos casos, la necesidad de formar mentes adaptables, capaces de cuestionar sus propias premisas. En palabras de Harari (2017), “en un mundo que cambia tan rápidamente, quien no sepa adaptarse será irrelevante”. Para responder a este desafío, se propone una transformación profunda: un cambio epistémico que reconfigure la forma de enseñar y aprender, incorporando de manera estratégica las potencialidades de la inteligencia artificial. La meta no es sustituir al docente ni al estudiante, sino fortalecer las capacidades humanas y posicionar a la IA como catalizadora de un aprendizaje que sea auténticamente humano y autónomo.
En este artículo, analizaremos cinco grandes ejes que delinean una crítica y, sobre todo, una oportunidad de reconstrucción educativa: la crítica suave de Ken Robinson, la crítica estructural de Iván Illich, la comparación entre la “Máquina Educativa” y la inteligencia humana, el potencial de la inteligencia artificial en la escuela, y el paradigma del pensamiento complejo de Edgar Morin. Asimismo, incorporaremos otras perspectivas y referencias que abonan a la urgencia de repensar las bases mismas de la educación.
El desafío de la creatividad en la educación
Ken Robinson (2009), ha argumentado de manera consistente que los sistemas educativos actuales cercenan la creatividad innata de los seres humanos. Su postura, que él mismo denomina “crítica suave”, hace hincapié en cómo la educación estandarizada surgida de la Revolución Industrial —centrada en la uniformidad y la eficiencia productiva— termina por “mutilar” las capacidades naturales de aprendizaje.
Robinson sostiene que, al privilegiar las materias tradicionales y las calificaciones cuantitativas, se reduce la diversidad cognitiva a un modelo único y restrictivo. Las artes, la música o el pensamiento divergente suelen ocupar lugares periféricos en el currículum, cuando podrían ser la semilla de la innovación y la adaptabilidad que demanda el siglo XXI. Así, en lugar de cultivar el talento individual, el sistema a menudo conduce a la conformidad. La consecuencia de este paradigma es la generación de un pensamiento lineal y rígido, que no se corresponde con la realidad cultural y tecnológica actual.
La crítica de Robinson se traduce en un llamado urgente a cultivar la creatividad como una competencia esencial, y no como un lujo prescindible. En Escuelas Creativas, Robinson (2016) propone romper con la noción de que la creatividad es una habilidad de “élites artísticas” para reubicarla como un eje central en la formación de personas innovadoras, capaces de resolver problemas y de inventar futuros alternativos.
El modelo educativo en cuestión y la desinstitucionalización del aprendizaje
Si Ken Robinson dibuja una “crítica suave” al panorama educativo, Iván Illich (1971) formula una crítica más radical o “estructural”. En su libro Deschooling Society, traducido frecuentemente como La sociedad desescolarizada, Illich propone una desarticulación de los cimientos de la escolarización moderna, denunciando su institucionalización férrea y el modo en que construye dependencias y jerarquías que limitan la autonomía del estudiante.
1. Institucionalización del aprendizaje
Illich plantea que la educación obligatoria y la certificación institucional han generado estructuras de dependencia que encorsetan la experiencia de aprender. El conocimiento se convierte en un bien que solo puede adquirirse en espacios formalizados, lo que impide la exploración libre y espontánea de las personas. Esta dinámica fomenta la pasividad y la conformidad, en lugar de incentivar la investigación autónoma y el descubrimiento personal.
2. Cuestionamientos metodológicos
En línea con la crítica de la educación industrial, Illich subraya la uniformidad de los procesos de enseñanza y la medición estandarizada del conocimiento. Estas pruebas y estándares no solo obvian las diferencias individuales, sino que también imponen una jerarquía rígida del aprendizaje que prioriza lo cuantitativo (las calificaciones) sobre lo cualitativo (la reflexión profunda). Así, el sistema valora más la reproducción de contenidos que la creación de significados propios.
3. Propuestas reconstructivas
Lejos de proponer una destrucción sin sentido, Illich imagina modelos educativos alternativos basados en la flexibilidad pedagógica, el aprendizaje contextualizado y la conexión experiencial. Para él, la educación debe ser un proceso de construcción compartida, que valore el diálogo y la interacción social. De esta manera, se abrirían espacios para un aprendizaje verdaderamente personalizado y colaborativo, donde cada persona descubra y despliegue su potencial.
La máquina educativa vs. inteligencia humana
Una de las consecuencias más visibles de los modelos criticados por Robinson e Illich es la configuración de lo que podríamos llamar “mentes robóticas”. Estas mentes, formadas en la repetición sistemática, se caracterizan por:
Priorizar la memorización por encima de la comprensión profunda
El estudiante memoriza contenidos para aprobar exámenes, pero no necesariamente asimila el conocimiento para aplicarlo a contextos reales.
Valorar respuestas únicas y correctas por encima del pensamiento divergente
El sistema premia la homogeneidad y la estandarización, reduciendo la posibilidad de explorar caminos alternativos y soluciones creativas.
Fragmentar el conocimiento en asignaturas estancas
La compartimentación dificulta el establecimiento de relaciones holísticas entre disciplinas, dificultando la innovación y la visión sistémica.
Medir la inteligencia por la capacidad de reproducción y no por la creación
Las pruebas estandarizadas miden, en gran parte, la habilidad de retener y repetir información, ignorando la inteligencia situacional, la empatía o la habilidad de resolución de problemas complejos.
Este panorama sugiere la necesidad de transitar de una “máquina educativa” que produce respuestas uniformes a una “inteligencia humana” capaz de aprender de los errores, reinventarse y enfrentar la incertidumbre. El ideal es un sistema educativo que valore más la formulación de preguntas que la repetición de respuestas, y que fomente habilidades transversales como la comunicación, la colaboración y la resiliencia frente al cambio.
Inteligencia artificial en la educación: potencial transformador
El auge de la inteligencia artificial (IA) ha intensificado el debate sobre el futuro de la educación. Neil Selwyn (2019), en su libro Should Robots Replace Teachers?, plantea un escenario donde la IA puede ser vista, erróneamente, como una amenaza que reemplace al docente. No obstante, Selwyn propone una visión matizada, resaltando que la IA, si se implementa adecuadamente, puede:
Personalizar el aprendizaje
Al adaptarse al ritmo y estilo de cada estudiante, la IA puede ofrecer rutas personalizadas, facilitando la autonomía y la motivación intrínseca.
Liberar a los docentes de tareas mecánicas
La corrección automatizada de exámenes o la gestión administrativa son tareas que pueden delegarse a la IA, permitiendo al profesorado enfocarse en aspectos pedagógicos de mayor complejidad humana, como la mentoría y el acompañamiento emocional.
Ampliar las capacidades cognitivas
En vez de reemplazar la inteligencia humana, la IA puede servir como extensión y potenciación de esta, fomentando un trabajo colaborativo entre humanos y máquinas.
A este respecto, es fundamental evitar la “fascinación tecnológica”, que podría convertir la IA en un simple sustituto de funciones. La verdadera revolución no es solo la inserción de software o robots en las aulas, sino la reconfiguración epistemológica de cómo aprendemos con estas herramientas. La tecnología ofrece posibilidades ilimitadas, pero requiere de un replanteamiento Pedagógico-Andragógico que asegure su aprovechamiento ético y humanista.
Repensar el aprendizaje: De la fragmentación a la interconexión
En contraposición a la segmentación excesiva del conocimiento, el sociólogo y filósofo Edgar Morin (2001) postula la necesidad de un “pensamiento complejo”, que se nutra de la capacidad de integrar y articular saberes diversos. Sus propuestas para la educación del futuro incluyen:
Pensamiento crítico
Enseñar a reflexionar sobre la realidad y a examinar las propias creencias y biases cognitivos. Morin subraya la relevancia de detectar y cuestionar supuestos que puedan limitar nuestra visión del mundo.
Creatividad sistémica
Concebir la creatividad no como un evento aislado, sino como una práctica integrada a la formación integral del individuo. Ello implica la posibilidad de imaginar, relacionar y transformar.
Capacidad de interconexión
Morin recalca la importancia de vincular disciplinas que, aparentemente, están alejadas entre sí, para obtener una comprensión más rica y holística de los fenómenos.
Innovación contextualizada
En un mundo global, las propuestas innovadoras deben considerar la pluralidad cultural y la diversidad de contextos, evitando la imposición de modelos únicos y universales.
Morin (1990) defiende que la verdadera revolución en la educación será de orden epistemológico más que tecnológico. Se trata de replantear “qué” y “cómo” aprendemos, rompiendo los compartimentos estancos que separan al individuo de la sociedad, la ciencia de la cultura, y la teoría de la práctica. En este escenario, la inteligencia artificial y otras herramientas digitales actuarían como catalizadores, siempre que se inserten en un proyecto humano que priorice la dignidad, la creatividad y la conciencia crítica.
Hacia una educación rizomática en la era de la inteligencia artificial
La educación contemporánea enfrenta una encrucijada que demanda una transformación profunda. Más allá de los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial, es crucial repensar las bases epistemológicas que guían el aprendizaje. Esto no implica rechazar la tecnología, sino integrarla de manera reflexiva, priorizando los procesos sobre los productos. La tecnología debe actuar como un catalizador que enriquezca las experiencias de aprendizaje, fomente el pensamiento crítico y facilite la adaptación a un mundo en constante cambio.
A lo largo de este análisis, los autores revisados, desde Ken Robinson hasta Edgar Morin, han destacado las limitaciones persistentes de los modelos educativos tradicionales. Sin embargo, el panorama actual, con herramientas digitales y sistemas basados en IA, abre una oportunidad única para responder a estas críticas y reimaginar sistemas educativos que satisfagan las necesidades formativas emergentes. En este contexto, el aprendizaje rizomático se presenta como un enfoque innovador, capaz de articular disciplinas, contextos y personas mediante redes de conocimiento flexibles y adaptativas.
Este modelo invita a construir un aprendizaje descentralizado y distribuido, donde la tecnología no sea un objetivo final, sino un medio poderoso para potenciar la creatividad, la colaboración y la innovación. La educación debe trascender la acumulación de conocimientos fragmentados para convertirse en un espacio integrador que privilegie la construcción de significados y promueva la dignidad humana y la conciencia crítica.
Hoy, las condiciones globales nos ofrecen la posibilidad de superar las críticas históricas y estructurales que han limitado la educación durante décadas. A través de un pensamiento complejo que integre estratégicamente la tecnología, podemos diseñar experiencias educativas que aborden los desafíos actuales y construyan un futuro más justo, sostenible y humano. Este espacio ha sido una plataforma para explorar estas posibilidades, reflexionando sobre propuestas que promuevan comunidades de aprendizaje abiertas y la inclusión ética de la IA. La intención es que estas ideas sirvan como un punto de partida para quienes buscan trazar nuevos caminos hacia una educación verdaderamente transformadora.
¿Co-construyamos?
Bibliografía y Referencias
Adam Grant
Grant, A. (2021). Think Again: El poder de saber lo que no sabes. Debate.
URL: https://www.adamgrant.net/book/think-again/
Edgar Morin
Morin, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.
Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.
URL: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000120697_spa
Iván Illich
Illich, I. (1971). Deschooling Society. Harper & Row.
URL (edición en inglés):
Illich, I. (1971). Deschooling Society. Harper & Row.
URL (edición en inglés): https://archive.org/details/deschoolingsocie00illich
Ken Robinson
Robinson, K. (2009). The Element: How Finding Your Passion Changes Everything. Penguin.
Robinson, K. (2016). Escuelas creativas: La revolución que está transformando la educación. Grijalbo.
URL: https://www.ted.com/talks/sir_ken_robinson_do_schools_kill_creativity
Neil Selwyn
Selwyn, N. (2019). Should Robots Replace Teachers?: AI and the Future of Education. Polity Press.
URL: https://politybooks.com/bookdetail?book_slug=should-robots-replace-teachers–9781509532147
Yuval Noah Harari
Harari, Y. N. (2017). Homo Deus: Una breve historia del mañana. Debate.
URL: https://www.ynharari.com/book/homo-deus/
Otras referencias sugeridas
Fullan, M. (2014). The New Meaning of Educational Change (5.a ed.). Teachers College Press.
UNESCO. (2015). Rethinking Education: Towards a global common good?. UNESCO.
URL: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000232555