La habilitación de las principales empresas ed-tech que se posicionaron durante la pandemia, con sus herramientas en función de fortalecer algún área de desarrollo o praxis docente, como lo son la creación de contenidos, generar evaluaciones, actividades didácticas, creación de situaciones de aprendizaje, recursos digitales y cápsulas de aprendizaje, entre otros como herramientas útiles para la docencia. Ganaron un prestigio, pero sobre todo confianza desde la solidaridad de facilitar su uso en el periodo más complejo del cataclismo sanitario, proyectar sus beneficios en las comunidades educativas, posicionándose como alternativa para ser utilizadas por una gran cantidad de docentes (quienes difícilmente las conocían antes del 2020). Ese aumento exponencial en el uso permitió recabar muchísima información para mejorarlas y ampliar las capacidades de estas herramientas, pues se contó con un mayor uso, y por ende mayores oportunidades de obtener reportes de sus usuarios. El crecimiento exponencial en 2 años, a muchas les permitió posicionarse fuertemente en el mercado. Sin embargo, el poderío de éstas herramientas se ve disminuido, cuando pasamos al lado del usuario, quien para acceder a éstas herramientas, que se encuentran diseminadas por el espacio digital, con su hosting, dominio y sus propias credenciales de acceso al servicio pagado o gratuito, aunque sabemos que “nada lo es” (Cobo, 2019) atiborran al usuario en tener que acceder a muchas cuentas al tiempo de resolver una ruta de aprendizaje por ejemplo, usan la edición de video por un lado, la creación de infografías por otro, las evaluaciones en un sitio web distinto, lo cual va haciendo que la gestión se concentre en múltiples accesos y muchos pagos a distintos proveedores en el caso de quienes adquieren planes de suscripción. Concentrar la dispersión de forma que el usuario se vea beneficiado, se veía compleja, pues quién podría torcer la mano para consolidar todo en una sola oferta unificada.
Pues bien, en paralelo al emerger de estas ed-tech, muchas de ellas en etapa startup aún, no se comparan con el posicionamiento que lograron los gigantes del software, como lo son Microsoft y Google, por un lado las entidades educativas que tenían suscrito convenio con el gigante Microsoft, se les otorgo el acceso a la plataforma TEAMS, en cambio las que tenían (y aquellas que no) fueron territorio furtivo de Google, que con su suite en nube Google Workspace Fundamentals “solucionó” muchas problemáticas de instituciones e inclusive gobiernos que no encontraban respuesta a tal magnitud de crisis, y la imposibilidad de dotar a sus centros educativos de herramientas por conocimiento técnico, ya que nunca se habían visto “obligados” a usar la tecnología como un complemento y un mecanismo de mediación del aprendizaje, así como también por la falta de presupuesto asociado, frente a las demandas del sector educativo de abrir en modalidad de presencia digital.
Es bajo este contexto, hoy ya pasado el punto más alto del cataclismo sanitario, la noticia de integración que presenta google (Messer, 2022), que a través de su solución Google Classroom y los servicios asociados de su poderoso ecosistema digital, de satisfacer la necesidad de concentración de los usuarios individuales y corporativos. No hubo que torcer la mano de ninguna Edtech, ya que solo bastó el anhelo de pertenecer al gran imperio transnacional de google, lo hizo posible. Hoy gracias a las poderosas herramientas que google posee, se transformará en el escaparate perfecto para integrar, cual supermercado, las ofertas de las mejores aplicaciones para solucionar los temas que docentes, instituciones y familias “requieren” para habilitar modelos formativos híbridos. De seguro las que pasen el nivel de aceptación de los usuarios sean adquiridas por el gigante, aunque la estrategia puede ser tener subsidiarias individuales para consolidar el medio y no la solución que termina siendo más costoso. Google, será una transnacional que peligrosamente va consolidando un imperio, que desde el software está configurando un nuevo paradigma educativo (Sus programas para formar docentes, las insignias que llenan de orgullo a sus embajadores, las nuevas carreras, que en meses, formando profesionales adecuados a sus necesidades, detección de necesidades y deseos a través de su ecosistema que incluye robots que las personas ingresan voluntariamente a sus hogares para que se escuche que desean y de esta forma luego por distintos canales aparezca la oferta, la predicción como elemento condicionante de las conductas humanas, entre otros) a vista y paciencia de gobiernos y de la educación formal (Selwin, 2020)
Avanzamos hacia cumplir la “promesa tecnológica”, que permitirá además de guiar las acciones individuales de los estudiantes y profesores, el agregado de estos tipos de datos a un nivel institucional se percibe como una manera de dar a los centros educativos y a las universidades formas de actuar con “inteligencia empresarial” para informar sobre la gestión y planificaciones estratégicas (Selwin, 2020).
Sin embargo, tampoco se trata de huir hacia el otro extremo, el del software libre (cuya nobleza es innegable, pero da para otro análisis), o simplemente no usar la tecnología digital y desaprovechar las ventajas que presentan dichas plataformas enriquecidas en estos últimos 3 años con acciones predictivas, que bien utilizadas pueden fortalecer los procesos de enseñanza aprendizaje a bajo costo y aportar a disminuir las brechas de las poblaciones más vulnerables, al fortalecer a docentes, académicos, gestionadores educativos y familias, eso si con un fuerte compromiso social y gubernamental. Pero ¿Quién prepara a los líderes educativos para tomar buenas decisiones respecto de esta necesaria vinculación?, como también como abordar las distinciones del alfabetismo en saberes digitales, que promuevan la creatividad e innovación, en dónde se describe la creatividad como un fenómeno sistémico cuyos componentes principales son la persona, el proceso y el contexto y esbozar así lo que llamamos “Habilidades del siglo XXI” (Maggio, 2018).
Por tanto la mirada esperanzadora, es establecer un equilibro seguro y ético, fortaleciendo a los lideres educativos y sus comunidades para que se desarrolle un pensamiento critico en el uso y mediación de la tecnología digital, establecer la distinción entre los enfoques tradicionales y las soluciones ágiles basadas en tecnologías desplegadas por una nueva generación de solucionadores de problemas, ciudadanos con un exo-esquleto que les permita aumentar y no disminuir sus capacidades, y vincular a la ciudadanía con las edtech, en una relación de trabajar “con y no para ellas” (Dawson mCGuinness & Schank, 2021) por el crecimiento de ambas de forma equitativa regulada por el conocimiento, capacidades y actitudes de nuevos lenguajes y nuevos saberes para así evitar el enfrentamiento entre David y Goliat, por el contrario propiciar la colaboración y la cooperación, en un abrazo que nos una en la búsqueda del bien superior al que todos aspiramos, derribando barreras y validando un aprendizaje sin fronteras.
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