Ya se ha escrito muchísimo sobre los efectos del Covid-19 en la sociedad y sus múltiples dimensiones. Sin embargo una dimensión que ha quedado muy al descubierto, es el ámbito de la educación. Por un lado las instituciones educativas, como organización, no estaban preparadas; las habilidades digitales de los docentes no cubren las necesidades de una formación que requiere el uso de herramientas digitales para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, y las familias confinadas no cuentan con el tiempo ni la preparación para apoyar a sus hijos en sus procesos de aprendizajes. En el caso de los estudiantes de educación superior, éstos no cuentan con habilidades enmarcadas en la autonomía de su aprendizaje, ya que vienen acostumbrados a “hacer lo que les indican hacer para aprender” (que no estamos seguros que sea eficiente y efectivo, pero es lo que se hace en presencialidad). Por ello, si a esto le sumamos las desigualdades en torno al acceso de la tecnología y la conectividad necesarias para que fluya un modelo educativo a distancia digital, muy difícilmente encontraremos una fácil solución en medio de la emergencia sanitaria.
Un interesante video que resume las ventajas del modelo blended learning
Sin embargo, si nos detenemos en el ámbito de las competencias digitales docentes, durante mucho tiempo se ha confundido con la capacitación y uso instrumental de éstas, y poco se ha avanzado en una integración en favor de fortalecer su uso pedagógico, lo cual debe corresponder a una etapa inicial en este proceso, para que los docentes accedan a una alfabetización digital que les permita tomar decisiones pedagógicas en un contexto tecnológico.
En este panorama, hoy han emergido un sinnúmero de alternativas, para dar con la solución a corto plazo, para paliar en alguna medida el fuerte golpe que esto ha significado para los docentes, estudiantes y sus familias. Los desafíos que se presentan son muchos, no obstante, una alternativa que ha estado sonando con fuerza es la educación híbrida. Sin embargo ¿Qué se entiende por ello? ¿Una renovada versión del B-learning? O es retomar este concepto y revitalizarlo bajo un nuevo slogan?.
En efecto el concepto es el mismo, sólo que dicho desde aquellos actores de la sociedad que no lo conocían y hoy les parece que debiese ser el correcto, les “suena a nuevo”. Pero hablamos de una modalidad que muchas instituciones lo han llevado a cabo de manera eficiente, y otras han inventado sus propias formas y modelos. No obstante, la novedad es por que nunca se visualizaron como necesarias y era más fácil mantener el status quo. “¿Para qué, si mi clase presencial funciona?”, respuestas que ocultan la fuerte resistencia del sector educativo a generar nuevas rutas de aprendizaje, contextualizadas en un mundo cambiante y significativamente digital en todas sus formas.
¿Pero de dónde proviene esta resistencia?
Esa respuesta es multidimensional, sin embargo, lo que si puedo precisar es que desde la experiencia del trabajo vinculado a la Mesa TIC en FID, que está compuesta por miembros de las facultades de educación de distintas universidad del país, se levantó como parte de una investigación, cuántas asignaturas tienen los futuros docentes asociadas a un uso pedagógico de las tecnologías digitales.
Los programas académicos rescatan en promedio una asignatura que además está asociada a cuestiones de ofimática, no a un contexto más global o al desarrollo de habilidades o alfabetización digital, menos una prospección del desarrollo de competencias digitales docentes. Entonces bajo el análisis realizado, el futuro docente no posee herramientas para afrontar los desafíos a los que se encontrará en su contexto tanto profesional como personal. Por esta razón es que hoy en medio de esta emergencia, podemos ver a jóvenes docentes, que como mal dice la etiqueta “debiesen ser nativos digitales” y manejarse en la resolución de una praxis docente eficiente solo por haber nacido en una era más digital, pero lamentablemente se encuentran en las mismas dudas que sus colegas de generaciones superiores.
Esta crisis, ha develado lo perjudicial que significa la resistencia de un sector de la educación, que toma decisiones dentro de éstas facultades, desestimando la importancia de que sus planes de estudio fortalezcan a sus futuros profesionales en el necesario desarrollo competencias digitales. Pues son éstos profesionales los que pueden hacer un cambio en sus aulas con sus estudiantes. Pero desde la mirada más macro, son quienes pueden cambiar el futuro de un país, son quienes pueden acortar las brechas que también hoy se visualizan como abismales, son quienes en definitiva, y como siempre, tienen un rol social más que importante, pero hoy salen al sistema educativo profesional sin todas las herramientas necesarias para desempeñarse en un mundo, que en su estructura formativa, aún está en el siglo pasado.