Recientemente, me topé con un estudio intrigante de Christoph Aungner que, a través de un meta-análisis, exploraba la correlación entre el uso excesivo de internet y trastornos como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad. Resulta que los hombres adultos no diagnosticados están particularmente en riesgo.
Hallazgos Clave:
- Correlación con el TDAH: Se encontró una relación significativa entre el Uso Problemático de Internet (UPI) y los síntomas del TDAH en un análisis de 24 estudios que involucraron a 18,859 participantes.
- Impacto Variado: Los efectos del UPI varían según la edad, con los adultos mostrando tamaños de efecto mayores en déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
- Desafíos de Autocontrol: Aquellos con UPI y TDAH luchan para gestionar efectivamente su uso de Internet, un reflejo del autocontrol deteriorado característico de ambos trastornos.
- Diferencias de Género y Edad: Los impactos del UPI no son uniformes; varían entre hombres y mujeres y entre diferentes grupos de edad.
Mirando Hacia el Futuro
Es evidente que necesitamos más investigaciones y estrategias adaptadas para mitigar los impactos de UPI y TDAH en nuestra sociedad diversa.
Y aquí es donde la “desdigitalización” entra en escena. Aunque suena técnico, en realidad se trata de algo que, en el fondo, todos sabemos que es necesario: un alejamiento consciente y deliberado de nuestra dependencia de la tecnología digital.
En parte, algo que todos de alguna u otra manera sabemos, pero que no abordamos. El analfabetismo digital, produce una disociación con el contexto de cultura digital. Una cultura digital que en verdad se ha forjado en torno al ensayo y error, ya que los organismos sociales que se han preocupado de atender las necesidades formativas de sus ciudadano, no dió el ancho. Por tanto desde esa carencia nos hemos acercado a tecnologías, que muchas de ellas no han sido validadas más que por su casa desarrolladora, por tanto no sabemos bien el impacto de éstas en nuestras vidas, de una manera multidimensional. Pues contempla daños físicos y emocionales al tener un uso no mediado, dejamos nuestra atención en pantallas más que en nuestra vida física de conexiones y vinculación con el contexto, evitando aburrirnos, hemos caído en un extremo de la abulia, necesitando la dopamina proveniente de una interacción eterea, como dice Byung-Chul Han, vivimos en “La sociedad del cansancio” el exceso de positividad nos está conduciendo a una sociedad llena de individuos agotados, frustrados y deprimidos. En este nuevo escenario social, víctima y verdugo son la misma persona.
Pero esto ¿Dónde es que se ocasiona? Una teoría es la orfandad digital de nuestras últimas generaciones, no reciben apoyo de sus familias, de su escuela, de su universidad, y solo tienen el ensayo y error como exclusiva herramienta para ingresar a un mundo lleno de desafíos y oportunidades, pero es fácil perderse.
Esto nos está llevando a que se active la ley del péndulo, en que se están desarrollando, y financiando muchos estudios que van en la dirección de la desdigitalización, apuntando a un apagón digital, para que un proceso de culturización digital.
Si bien, el concepto de desdigitalización no es algo que esté en la literatura, pero se viene acuñando y muchos lo hemos adoptado como jerga, pero en un breve análisis podemos decir que el prefijo “des” busca *catalizar* la inversión del significado (de lo que antecede) Por tanto, des digitalizar ha de implicar un proceso de aprendizaje, para redescubrirnos en una cultura digital, reponsable, sana, pertinente, valida y confiable.
Debemos evitar la lucha polarizada entre luditas y optimistas digitales, encontrar el equilibrio que nos permita avanzar hacia una figura en la que nuestra cultura incorpore la tecnología, como decía Begoña Gros, de manera invisible, que no se piense en ello como un ente separado de nuestra forma de vivir, sino como parte de, pero para ello debemos encausar una intencionada conciencia de nuestro entorno, tener lugares seguros y con acompañamiento para minimizar riesgos y potenciar el uso consciente, como también conscientes de saber que en cualquier momento seremos capaces de desenchufar la máquina cuando lo necesitemos.
En este viaje de equilibrio y redescubrimiento, no solo nos enfrentaremos a la tecnología con una nueva conciencia, sino que también nos redescubriremos como seres humanos en un mundo cada vez más digital.